viernes, 24 de mayo de 2013

C8: Un nuevo despertar.

Desperté bruscame, estaba en una habitación desconocida para mi, era grande, con una gran ventana y un balcón, a ambos lados había posters de grupos de música, y un gran escritorio, encima de este había una estantería donde estaban retratos de equipo, trofeos y medallas. Encima del escritorio había libros, cuadernos y hojas sucias, con miles de lapices y bolígrafos esparcidos por la superficie. Me incorporé poco a poco, y aun que la habitación olía a ambientador de lavanda, yo solo podía percibir el olor a ceniza que me había dejado con Isaac. Isaac. ¿Donde estaba el? Esto no era bajo tierra y ya no se olía a ceniza, ni habia gritos de guerra. ¿Había vuelto al mundo que me correspondía? Esperaba que no. No quería volver a alejarme de mi familia, aun que solo fueran Isaac y mi madre, ya encontraríamos a los demás, juntos. No tendría que ser más fuerte, no tendría que seguir intentando sobrevivir. 
Me levante enseguida de la cama, con tanta rapidez que una nube negra se apodero de mi, haciendo que me cayera al suelo. Me lleve una mano a la cabeza. Estaba demasiado mareada, pero a la vez estaba ansiaba salir de allí, y encontrar la forma de volver con ellas. Quería estar en el otro mundo y no en este. Suspire. De mala manera volvía a sentarme en la cama, y me quede pensando en quien podía entrar por ella. No podía moverme gracias al mareo de cabeza, así que ahora era reclusa de mi propio malestar. 

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- ¿Que haría una chica como esa con algo así? - Preguntó Max, de pie en el comedor. - Pesa demasiado, nadie seria capaz de empuñarla.
- Y tanto. - comentó Santi, mirando la espada desde el sofá. - A lo mejor es una psicópata que quiere comernos a todos.
Jack se movió incomodo por el comedor, Bulma estaba en su día libre pero aún así tenia miedo de que se presentara en la casa, costumbre de ella. Además, la chica llevaba dos días ya en su habitación, inconsciente... ¿Debería haberla llevado al hospital? Seguro que si, pero entonces, ¿que hubiera sido de ella? El sol y la luna grabados en la espada, ¿Que significaran? Sabía que si le preguntaba a su padre sobre eso, la conversación no tomaría ninguna dirección decente, ¿Como iba a explicar que ha vuelvo a los bosques?
- Deja de comerte la cabeza, tio. - Dijo Max. - Seguro que no es una zombie lo que tienes durmiendo en tu cama. - Santi y el explotaron de la risa, mientras Jack se limitó a sonreír.
- Se que he visto ese escudo en alguna parte, ¿pero en donde? eso es lo gracios, ¡no se donde! - gritó frustrado Jack. - Encima, esa chica no se despierta, soy imbecil. Pensé que solo se había desmayado o caído...
- O algo por el estilo. Si, lo has dicho ya.... ¿Cien veces? ¿Doscientas? Quien sabe - comentó Santi, interrumpiéndolo.
- Callaros - Ordenó Max. - ¿No escucháis eso?
Todos se quedaron en silencio. Ahora no había ningún sonido en el ambiente.

domingo, 31 de marzo de 2013

C7: Tinieblas

- ¡Corre! - grito Isaac de pronto, cogiéndome del brazo para ponerme en pie. Yo lo mire sin entender nada. - ¡Vete de aquí! 
- Pero... es imposible - susurre. - ¿Yo también estoy muerta?
- Lo estarás pronto como no corras idiota - dijo empujandome hacia una dirección. 
- ¿Pero que pasa? ¿Es un sueño? - pregunte, corriendo detrás suya.
- Ojala fuera un sueño - contesto en voz baja y corriendo cada vez más deprisa. 
Estaba en un lugar desconocido, todo parecía una gran ciudad -más bien, lo que quedaba de ella - y el olor a ceniza cubría toda la atmósfera. Era horrible. Pasábamos entre escombros y más escombros, al rededor había cuerpos destrozados y personas que iban en dirección contraría de la nuestra, con cara de pocos amigos. Todo me resultaba demasiado extraño, ¿Qué había pasado? Lo último que recuerdos es estar en el bosque de los aullidos ¿Y mi espada? Recuerdo que la llevaba encima ¿Y el barro que me impedía andar, donde se quedo? En el suelo ahora solo había ladrillo destrozado y cemento desgastado. 

No se cuanto tiempo estuvimos corriendo, pero ya era de noche y en el cielo no había estrellas, no estaban esos puntos luminosos que suelen alumbrar el cielo. Había lunas, miles de lunas iluminando el cielo. Y no puede hacer nada más que contemplarlo, algo así nunca se veía, ni en sueños. Isaac se paro conmigo. 
- ¿Te gusta el amanecer? - me dijo, muerto del cansancio. 
- ¿Amanecer? - pregunte perpleja. El asintió. 
- Las lunas iluminan el día, mientras el sol alumbra la noche. 
- No lo entiendo. - dije sin pensar. 
- Aquí el sol ilumina la noche por la oscuridad, y la luna se mantiene durante el día ya que no hace falta luz. Se que es raro, pero te acostumbras. - explicó Isaac. 
- ¿Estoy muerta? - solté de pronto. El se encogió de hombros. 
- Supongo que no. - respondió al rato. - Si no, ¿a quién me aparecía yo? 
- ¿Y los demás? 
- Yo solo he encontrado a madre, Coraline desapareció. Déjame explicarte, que no se como has llegado a aquí pardilla. - respondió andando hacia una puerta que había enfrente nuestra. - Esto lleva a un lugar seguro, bajo tierra nada puede herirnos mientras la batalla está en marcha. 
Yo asentí, y entre por aquella puerta. 

sábado, 30 de marzo de 2013

C6: La oscuridad también se puede volver luz.

El día había comenzado con lluvia, pero a las doce y poco de la mañana ya había aparecido el sol y un arco iris adornaba el cielo azul, mientras las nubes se iban. 
Baje las escaleras rápido, quería distraerme en el bosque, me apetecía correr, saltar, bailar, gritar, disfrutar del aire y del buen tiempo. 
- ¿A donde va, Señorito? - Preguntó Bulma saliendo del gran comedor, camino a la cocina. 
- ¡Sh! - contesté yo - No quiero que nadie se entere de que me voy. 
- ¿Otra vez va a hacer de las suyas, señorito? - volvió a preguntar. Yo asentí. - No se meta en líos otra vez, señorito. A su padre no le gustara en absoluto tener que volver a ir por usted. 
- No te preocupes, Bulma. Estaré de vuelta para la cena, lo prometo. - dije, corriendo ya hacia la puerta de atrás, mientras Bulma soltaba un suspiro que no aprobaba nada mi decisión de no volver a la hora de comer. 

Estuve horas por el bosque, hasta que llegue a la profundidad, aun estaba todo húmedo por esa zona, cogí una piedra y la tire hacia un tronco lejano. Volví a hacer lo mismo dos veces seguidas, dando siempre en el mismo tronco. Pocos segundos después, apareció Max y Santi de detrás de los árboles. 
- Pensaba que no venías - dijo Max, haciendo una mueca. Yo negué con la cabeza. 
- Vaya días que está haciendo, tio - comentó Santi, mirando al cielo. - Menos mal que ya parece que se despeja. 
- No creo - le dijo Max - Me apuesto lo que quieras que mañana lloverá.
- Seguro - comenté yo. - Pero aun así, mañana no podre venir. 
- Eso supone Rubí. - respondió Santi. 
- Nunca vienes, colega - resoplo Max. - ¿Se puede saber que haces con tu vida? 
- Cosas, ¿Qué crees que hago? - dije malhumorado. 
- No lo se. - Se limitó a decir. 
- ¿Cuando te volveremos a ver? - preguntó, cambiando de tema Santi. 
- Dentro de unos días, no os preocupéis, os avisaré antes. - Conteste, ellos se limitaron a asentir. 
- Pues nos vemos, Jack. - dijo Max, marchándose en la oscuridad. 
- ¿ Necesitáis algo? - pregunté a Santi, que se había quedado observando algo. - ¡Santi! 
- ¿Qué?.. ¿Qué pasa? - preguntó volviendo al mundo. 
- Que si necesitáis algo. 
- Ah, si... Rubí sigue mala. - comentó. 
- Vale, os llevaré lo que pueda hoy antes de irme. - le dije. 
- ¿Vas a por más gente? - preguntó. Yo negué con la cabeza como única respuesta. - Está bien, nos vemos luego Jack. 

Seguí un rato más de pie en mitad del bosque, y entonces visualice lo que había encontrado tan interesante Santi hacia un rato antes. Brillaba, dentro de la oscuridad del bosque. Así que fui hasta allí, y empecé a quitar ramas que impedían el paso, aunque lo peor de todo era el barro que aún seguía fresco. 
Seguí un poco más, y entonces vi lo que brillaba, la empuñadura de una espada, y una chica al lado.
En la empuñadura había algo grabado, pero el barro seco hacía imposible saber que era el grabado. Mientras, la chica, era palida y delgada, parecía llevar meses caminando, iba mojada por la lluvia, y la chaqueta de chico que llevaba le estaba bastante grande, y a la vez que cargaba con aquella espada, también llevaba una mochila, pero dentro de ella solo había una botella de agua medio vacía. 
Tire la mochila a un lado, y la cogí a ella en brazos mientras llevaba la espada colgada del hombro, parecía haberse dado un gran golpe. 


C5: Descubriendo el lugar (Final)

El día se despertó nublado, y pronto comenzó a llover. Otra lluvia más de principios de primavera. Suspire. Acaba de llegar al bosque de los aullidos, pero no pude seguir el rumbo, ya que las lluvias me impedían cualquier movimiento, estaba callada hasta los huesos y seguramente podría estar a punto de pillar un buen catarro como siguiera a la intemperie. 
Camine entre los arboles y el barro del suelo, pero se me hacía imposible dar dos pasos sin resbalarme, a esto se le sumo el cansancio acumulado, igual que el hambre. 

En un momento todo se volvió oscuro, y me sumergí en las tinieblas. 


viernes, 1 de febrero de 2013

C5: Descubriendo el lugar.

Era de noche, hacía relente y estaba cansada. Demasiado cansada. Necesitaba dormir, dormir y olvidarme de todo, la mochila y la espada pesaban demasiado. Me senté en el suelo, apoyandome en un árbol cercano, abrí la mochila y di unos tragos a la botella de agua, mientras intentaba concentrarme en la noche, pero era imposible, el cansancio podía conmigo, cerré la mochila y me quede durmiendo un instante después. 

El sol me daba de lleno en la cara cuando abrí los ojos, suspire. Me tenía que mover, comenzar a andar por aquel bosquecillo donde me encontraba, pero se estaba tan bien así que me permití quedarme unos cuantos minutos más. Saqué una barrita de cereales de la mochila, y empece a comer mientras caminaba hacía la carretera. 
Era un bosque mediano, no era tan grande como en el que rodeaba su casa, pero era lo suficiente grande para ocultarse, eso me reconfortaba. No me importaría hacer de ese bosque mi casa. 
Llegado el medio día decidí cambiar de dirección, y pronto aparecí al lado de una carretera, una carretera que llevaba a un pueblo. 
Decidí seguir hacía delante, era un pueblo bastante grande. Entonces olí a bosque, pero no como olían normalmente los bosques, este olor estaba mezclado con el de una persona, canté victoria. Acababa de llegar al lugar que estaba persiguiendo todo el tiempo

lunes, 21 de enero de 2013

C4: Se acabó el principio.

Entre en un barrio de casas adosadas blancas, mientras veía un coche salir de una de las casas. Tenía suerte (algo que últimamente no estaba de mi parte), me oculté para esperar que el coche saliera de la urbanización, y cuando lo hizo, fui hacia la parte trasera de la casa buscando una ventana mal cerrada, y ahí estaba, una ventana abierta de par en par, algo alta, pero no imposible de alcanzar. 
Me llevo unos diez minutos conseguir entrar por ella, me moví sigilosamente hasta que vi la alarma. En ese momento me congele, había entrado en una casa con una alarma. Pero me fije en el piloto, estaba en rojo, así que respire aliviada, no estaba encendida, pero tal vez eso quisiera decir que volverían pronto. 
Busque por toda la casa un baño, y cuando llegue me fui directa a la ducha mientras me quitaba todo lo que llevaba encima, la verdad es que necesitaba seriamente una ducha, necesitaba que el agua cayera sobre mi. Cuando acabe, no me importo buscar algo de ropa de aquellas personas, la verdad es que la ropa de la mujer (que al parecer era joven) llevaba casi mi talla, así que aun que solo me permití quedarme con mis pantalones, lo demás lo eche en una mochila, junto a una botella de agua y cereales en barritas.
Llevaba solo tres cuartos de hora cuando escuche el sonido de un coche, así que volví a la ventana por la que había entrado, pegue un salto y fácilmente escape de allí. 
Ya estaba anocheciendo cuando gire una de las calles intentando buscar una salida de aquella ciudad, necesitaba encontrar un sitio más tranquilo para poder volver a escuchar a los aullidos de los lobos. Suspiré. Cuando cayo la noche, me di cuenta de que ya seria imposible, estaba cansada, aunque ahora, por lo menos, me sentía limpia. 
- ¡Eh, tú! - grito un voz, grave, como si fuera de un cuarentón.
- ¿Es a mi? - pregunte. Era un policía. Adiós a mi suerte. 
- Sí - dijo firmemente, examinándome. - ¿A donde vas?
- Pues.. - pensé - ¿A casa? 
- ¿Me ves con cara de gracioso? - preguntó enojado.
- No - le contesté. 
- ¿Que llevas ahí? - soltó con autoridad señalando la vaina de la espada. Suspiré. 
- Reliquia familiar - me limité a decir. El se echo a reír. 
- Seguro que la has robado. Me vas a acompañar, y llamaremos a tu casa para comprobar si es cierto lo que dices. - dijo cortante. Yo comencé a reír, ¿a que casa iba a llamar? Mi casa ya no existía. 
Cuando intento cogerme del brazo, le esquive, y el con una mirada incendiaria, intento volverme a coger. Pero yo no se lo puse fácil, era demasiado lento, así que era capaz de escurrirme, pegándole un golpe que lo derribo en un instante, y antes de que el pudiera levantarse comencé a correr en la primera dirección que pude encontrar, mientras él, más atrasado, corría detrás mía. 
En unos diez minutos lo deje atrás, y para mi sorpresa, acaba de salir de aquella ciudad. 

domingo, 20 de enero de 2013

C4: El principio.

Los primeros momentos que pasé al intemperie en el bosque eran como una inyección de adrenalina cuando caía la noche, pero conforme iban pasando los días, la dosis se iba haciendo más y más pequeñas. Y junto a esto, estaba el problema de no poder hacer fuego, los últimos días habían caído las lluvias que daban paso a la primavera impidiendo que pudiera cocinar lo que cazaba. La carne cruda no está tan buena como el anciano de mi pueblo decía. 
Ahora me encontraba mojada, hambrienta y cansada. Había atravesado bosques, carreteras y autopistas, haciéndome perder el sentido de la orientación. No sabía donde me encontraba, pero cada vez los aullidos, que algunas noches no existían, sonaban más cerca. Eso era lo único que me aliviaba, que el sonido cada vez era mas cercano a mi. 

Acababa de amanecer y me encontraba durmiendo bajo los árboles, llevaba la espalda cogida a la cintura. Me pase la mano por el pelo sucio por la tierra y el sudor, suspirando, hacía dos noches que los lobos no habían aullado, y yo había permanecido en el mismo lugar esas dos noches. Así que hoy decidí moverme, he intentar llegar a alguna población para encontrar una casa vacía para poder bañarme y comer algo decente. Esa era la meta de hoy y de todos los días, sobrevivir.
Comencé a andar, y solo pasado el medio día pude divisar unas cuantas casas, me dí cuenta de que era una ciudad cuanto más avanzaba. Sonreí. Hoy podría vivir hasta mañana, algo que me reconfortaba. 

 

sábado, 19 de enero de 2013

C3: Tengo que hacer algo a cambio.

Estuve varios minutos junto a él. Mirando mi alrededor. Solo se escuchaba mi llanto. Me levante temblorosa del suelo, cogiendo la espada. No me atreví a buscar a mi familia entre las paredes de aquella casa que ya no sentía mía. Me limpie las lágrimas con el dorso de mi mano, me puse una chaqueta de mi hermano que había en la barandilla de la escalera y decidí marcharme por la puerta del sótano. 
Volví al pueblo y grite, intentando encontrar a alguien, pero fue en vano. Todo estaba arrasado, era como un puzzle sin montar, destruido, desencajado. Grite. Me pase horas gritando aun que fuera en vano, necesitaba hacerlo, asegurarme de que no había nadie. Y cuando me di cuenta, ya había amanecido, estaba en el suelo, sentada, me había quedado durmiendo, y al decidir moverme note mi cuerpo resentido por el día sobrecogedor que había vivido. Pero no me permití quedarme allí sentada mirando los restos del puzzle, llorando. Me levante y comencé a caminar, me fui directa al bosque, y por un momento pensé que me encontraría a mis hermanos peleándose  mientras mi madre hablaba con mi padre regañandole por no decirle lo bien vestida que iba. Me reí amargamente de mi pensamiento, intentando no derrumbarme en aquel momento. Debería asumir que ya nos los vería más, y que cuando muriera debería hacerme cargo del hecho de haber acabado con el ultimo aliento de mi padre. Moví la cabeza bruscamente intentando alejar esos pensamientos de mi, el siempre nos había dado esa instrucción de darle muerte, de que su legado no acabara ahí, siempre dijo que eso era su propósito, darnos a nosotros su fuerza antes de que cualquiera viniera por ella. Tal vez por eso aguanto vivo más tiempo, esperando a que yo llegara, o más bien dicho, esperando que cualquier persona del pueblo llegara. Seguro que nunca hubiera imaginado que sería yo quien entrara por la puerta del sótano. 
Unos aullidos me devolvieron al mundo terrestre, ya había anochecido y yo seguía caminando, entonces volví a escuchar más aullidos, y un escalofrío se apodero de mi. 
- ¿A que esperas? - dijo Isaac. Yo me quede perpleja, si estaba muerto, ¿porqué le veía? - Corre tras ellos. Son tu salvación. 
Dicho esto, desapareció en el bosque. Yo me restregué los ojos con ambas manos asimilandolo, cuando volví a escuchar aullidos. Pero está vez no los aparte de mi, en cambio, me aferré al mango de la espada, y eché a correr en su dirección, prometiéndome a mi misma que haría algo al respecto, que no dejaría tanto sacrificio en el olvido. 
Me despedí del bosque que conocía y me adentre en otro muy diferente. Adiós, Hyannis forest.

domingo, 13 de enero de 2013

C2: Sobrevivir.

Nunca me pare a pensar en la extensión del bosque. Era mucho más grande que nuestra población, con un pequeño río que acababa travesando de norte a sur la superficie buscando el océano. Nosotros vivíamos un poco lejos del río, en  una de las grandes casa que pasaba de generación en generación, con una fachada arcaica con varios toques de estilos decorativos según las remodelaciones que iba sufriendo con el tiempo. Ahora la fachada era blanca, pero mis abuelos la conocieron roja. Era muy gracioso ver como la casa cambiaba según el color que le dieras y las personas que vivieran en ella. Nada mas entrar te encontrabas con unas amplias escaleras, mientras que a la izquierda se encontraba con un comedor unido a la cocina y al almacén  a la derecha de la entrada estaba el salón, un aseo, el despacho de padre y las escaleras para el sótano  Arriba estaban todos los dormitorios y una biblioteca, repleta de libros que mi madre se iba leyendo. 
Solo un ruido fue capaz de sacarme de mis pensamientos. Gritos. A continuación olí a fuego, a madera quemándose  Salí corriendo en dirección al olor y el ruido, solo cuando llegue me di cuenta de que me había equivocado de salida y estaba en mitad del pueblo. O lo que quedaba de el. Estaba en llamas, y yo, simple de mi, comencé a gritar, a llamar a la gente pero nadie respondía, así que salí echa una bala hacia mi casa, mientras al rededor solo encontraba más fuego, fuego ya muerto en la mayoría de los casos, y a sangre. Nos habían masacrado, pensé, pero no sabia quien podría haber dado lugar a esto. Eramos personas escondidas de las demás, vivíamos por y para nosotros, ¿Qué habíamos hecho mal?.
Mi casa no estaba mejor que las demás, había perdido todo su encanto pero al menos, habían tenido la delicadeza de no quemadla.  Entre por la puerta del sótano que daba al jardín por si había alguien aun arriba. Busque entre los armatostes de nuestras reliquias familiares y cogí la espada del escudo familiar -mitad sol, mitad luna-, tal vez hubiera sido mejor usar el bate de béisbol para defenderme pero prefería un artilugio de hace décadas que un trozo de madera. 
Subí las escaleras sin hacer ningún ruido, empuñando la espada con ambas manos. La puerta estaba entornada, y solo se oían unos gemidos de dolor demasiado flojos, pero cuando iba a abrir la puerta para ver de quien eran, escuche una risa maligna que me hizo retroceder. 
- Espero que no me tengas muy en cuenta esto, Simón. - dijo una voz desconocida. Cuando le vi la cara, sonreía vilmente. 
- No vas a salirte con la tuya, escoria. - escupió el malherido, mi padre, intentando ponerse en pie. - Tu padre no lo consiguió, ¿Crees que tu sí? - Se río. No entendía como en un momento así podía ponerse a reír a carcajada simple. Incoherencias de mi padre, como no. 
- ¡Tu familia nos quito todo! - estalló el desconocido. 
- Vosotros no teníais nada - consiguió pronunciar mi padre. - Acaba conmigo ya, Henry. ¡Ten lo que ahí que tener! ¡Se un hombre por una vez! - grito. Yo simplemente lloraba en silencio. 
El desconocido, Henry al parecer, volvió a atacar a mi padre, quien aulló de dolor cayendo al suelo mientras el hombre avanzaba ya fuera de la casa. Conté hasta diez con un puño en la boca para no gritar. Entonces salí corriendo hacía el. Aún estaba vivo. 
Nada más verme puso su mano en mi boca obligandome a callar. 
- Escuchame, están todos muertos.-Susurró- No los busques porque no los vas a encontrar. Acaba conmigo y vete de este lugar, ¿me entiendes? 
Yo asentí mientras el agonizaba. 
- Eres una chica lista. - dijo - podrás sobrevivir. Llévate la espada contigo - ordeno mientras tocaba el collar que llevaba yo con el símbolo de la familia- y sobrevive. -Repitió, haciéndome entender que era el momento de acabar con él. Como el siempre nos había pedido, quería morir a manos nuestras, de un desconocido ni de un enemigo. 

sábado, 12 de enero de 2013

C1: Huir.

Cuando desperto se dio cuenta que había un aroma extraño en el ambiente, no era el propio olor de montañas y bosques al que estaba acostumbrada por vivir en un pueblo pequeño escondido del mundo, pero no pudo explicar que era lo que había de mas en el aire, así que se vistió y bajo a la cocina. Sus hermanos y su padre ya no estaban, solo quedaba su madre en aquella parte de la casa mirándola con  reproche, porque había vuelto a quedarse dormida y todos habían marchado ya de la casa.
- ¿Cuando serás capaz de levantarte a la hora? - le dijo su madre. Ella simplemente se encogió de hombros, mientras se acercaba al armario para coger un vaso.
- No lo se - susurró ella como contestación. Su madre movió la cabeza en signo de negación, mientras ella bebía agua.
- Están donde siempre, creo - dijo su madre - Date prisa antes de que se vayan y no vuelvas a entrenar.
Ella asintió, dejo el vaso en el fregadero cogiendo su chaqueta y echo a andar camino al bosque.
Sus hermanos ya no estaban cuando llego, cosa que no le extrañaba. Ella era la pequeña, la tercera. Aun no entendía porque también debía estar allí, podía llegar a entender que su hermana Coraline si estuviera entrenando, y mucho mas aun su hermano Isaac al ser el primero en nacer, pero ¿Y ella? ¿Qué hacia allí? Era la tercera. Nada de lo que pasara la llevaría al primer puesto de la lista. Era la vergüenza de la familia, todo el mundo lo pensaba y ella lo sabía. Pero aun así ahí estaba, buscándolos bosque adentro sin llegar  saber muy bien por que.
Solo paro cuando escucho a un conejo moverse delante suya. Entonces noto una mano en su hombro y grito.
- Vete a casa, mocosa. - dijo Isaac- Padre está cabreado, y tu deberías estar huyendo desde hace horas.
- ¿Por que? - preguntó
- Por que estás haciendo ruido, ¿me entiendes? No sabes moverte por mucho que se te enseñe. - contestó de mala gana. Ella asintió.
- Ella no es quien ha estado haciendo ruido, Isaac - Anuncio una voz conocida. - ¿No has notado el animal que acaba de moverse?

Coraline acaba de gozar de su momento de gloria, pensé. Había dejado claro que su oído era más agudo que el nuestro, y que era algo más sigilosa, pues también. Pero le duro bastante poco, padre llego justo cuando estaba gozando de la gloria. Nos echo la bronca -como siempre- y comenzamos enserio el entrenamiento. Yo tenia tirones muy de vez en cuando pero enseguida desaparecían, era lo que tenia no haber calentado por haberse quedado durmiendo, un pequeño castigo que todos disfrutaban al ver.
Mientras caía la noche, nosotros íbamos regresando a casa, mis hermanos victoriosos siguiendo a mi padre y alzando sus logros del día, mientras yo me resignaba a ir detrás de todos, mirando el suelo, sintiéndome pequeña, cada vez más pequeña.
- Eres la vergüenza de la familia, todos se ríen de ti, de todos. ¿Lo entiendes? - soltó mi padre. Yo no me había dado cuenta de que estaba a mi lado hasta que hablo. - Sigues en tu mundo como siempre, sin hacer caso a tus sentidos, sin darte cuenta de lo que te rodea. Si no quieres aprender, recoge tus cosas y vete. Se una solitaria si te apetece serlo. No duraras mucho y lo sabes, ¿no?
Yo simplemente me paré a mirarlo, incrédula. No me creía aun lo que me estaba diciendo.
- Podrías ser mejor que tus hermanos, pero no tienes voluntad. - sentenció el andando hacía la casa.

Yo no fui hacia mi casa en ese momento, es más, ni por un momento se me paso por la mente hacerlo. Eche a correr como nunca antes había conseguido hacerlo, tal vez pude estar como un hora corriendo hasta que llegue a una cueva pequeña que había encontrado hace años atrás, me desplome allí mismo, y comencé a llorar.
Durante horas, mi mente no paraba de darle vuelvas al monologo de mi padre, tal vez el tenía razón y lo mejor que podía hacer era irme lejos y dejarles tranquilos, pero no podía hacerlo, lo primero que me enseñaron fue a no rendirme y quería demostrar que al menos he aprendido algo durante estos años. Es verdad que de pequeña siempre madrugaba, corría, obedecía todo lo que mi padre me decía, he intentaba aprender cosas nuevas por mi parte, pero eso cambio, todo cambio cuando cumplí nueve años, y mi abuela murió delante mía, asesinada. Entonces todo cambio, yo me negué a seguir avanzando, Isaac se volvió alguien arisco, Coraline comenzó a sentirse superior, Padre cambio radicalmente viviendo por y para entrenarnos, y mi madre perdió la liberta de la que disponía. La verdad es que a todos nos cambio, para bien o para mal - sobretodo para mal- , nunca conseguimos volver a ser los mismos. Es más, está es la razón por la que mi padre se empeñaba muchísimo más en nuestro entrenamiento, y en el entrenamiento de los demás jóvenes del pueblo, así pues formo un grupo para formarnos a todas las tardas de todos los días de la semana, y luego nos mataba a nosotros en los findes de semana al querer la perfección. Se convirtió en un maníaco, confesó una vez mi madre a una de sus mejores amigas. Mi familia se desplomo al perder a su gran pilar de apoyo, eso era lo que Coraline escribió una vez en su diario, para ser más exactos, fue lo único que escribió sobre la muerte de nuestra abuela.
Cuando acabe de llorar, me levante del suelo y comencé a caminar en dirección a casa.