domingo, 31 de marzo de 2013

C7: Tinieblas

- ¡Corre! - grito Isaac de pronto, cogiéndome del brazo para ponerme en pie. Yo lo mire sin entender nada. - ¡Vete de aquí! 
- Pero... es imposible - susurre. - ¿Yo también estoy muerta?
- Lo estarás pronto como no corras idiota - dijo empujandome hacia una dirección. 
- ¿Pero que pasa? ¿Es un sueño? - pregunte, corriendo detrás suya.
- Ojala fuera un sueño - contesto en voz baja y corriendo cada vez más deprisa. 
Estaba en un lugar desconocido, todo parecía una gran ciudad -más bien, lo que quedaba de ella - y el olor a ceniza cubría toda la atmósfera. Era horrible. Pasábamos entre escombros y más escombros, al rededor había cuerpos destrozados y personas que iban en dirección contraría de la nuestra, con cara de pocos amigos. Todo me resultaba demasiado extraño, ¿Qué había pasado? Lo último que recuerdos es estar en el bosque de los aullidos ¿Y mi espada? Recuerdo que la llevaba encima ¿Y el barro que me impedía andar, donde se quedo? En el suelo ahora solo había ladrillo destrozado y cemento desgastado. 

No se cuanto tiempo estuvimos corriendo, pero ya era de noche y en el cielo no había estrellas, no estaban esos puntos luminosos que suelen alumbrar el cielo. Había lunas, miles de lunas iluminando el cielo. Y no puede hacer nada más que contemplarlo, algo así nunca se veía, ni en sueños. Isaac se paro conmigo. 
- ¿Te gusta el amanecer? - me dijo, muerto del cansancio. 
- ¿Amanecer? - pregunte perpleja. El asintió. 
- Las lunas iluminan el día, mientras el sol alumbra la noche. 
- No lo entiendo. - dije sin pensar. 
- Aquí el sol ilumina la noche por la oscuridad, y la luna se mantiene durante el día ya que no hace falta luz. Se que es raro, pero te acostumbras. - explicó Isaac. 
- ¿Estoy muerta? - solté de pronto. El se encogió de hombros. 
- Supongo que no. - respondió al rato. - Si no, ¿a quién me aparecía yo? 
- ¿Y los demás? 
- Yo solo he encontrado a madre, Coraline desapareció. Déjame explicarte, que no se como has llegado a aquí pardilla. - respondió andando hacia una puerta que había enfrente nuestra. - Esto lleva a un lugar seguro, bajo tierra nada puede herirnos mientras la batalla está en marcha. 
Yo asentí, y entre por aquella puerta. 

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